El metro de todos los días
La gente que tiene la suerte de vivir en ciudades donde hay metro puede disfrutar de sus numerosas ventajas. Según las campañas de publicidad de Metro Madrid, los usuarios de metro conocen la rapidez de las lineas y su puntualidad. Con casi 300 kilómetros de trazado en 2007, millones de usuarios al año disfrutarán del transporte público alborozados.
¡Y una leche! Cada mañana nos encontramos con la misma historia (anota tu opinión dependiendo de la zona en donde cojas el metro. Amigos de México, me refiero a subirse al vagón...). Yo lo cojo en Alonso Cano, y tengo que hacer transbordo forzoso en la Avenida de América. Si las obras no tuviesen cortada la línea del aeropuerto desde Junio hasta finales de Septiembre, no tendría necesidad de pasar por ese infierno matutino: decenas de millones de madrileños y simpatizantes atestan el andén de la linea 4 (marrón), y no dudarán en defender su posición con los dientes, amén de intentar conquistar centímetros en la parrilla de salida para entrar por la puerta... antes de que salgan los que están en el vagón.
Por si eso fuera poco, una vez consigues entrar en el vagón consistentemente ileso, tienes una misión estoica que soportar. Miles de sobacos ardientes quedan al descubierto cuando sus propietarios se aferran a las barras superiores, cientos de calvas viscosas asoman por la linea de flotación de tu nariz, y aún encima tienes que hacer frente a las atmósferas de presión que imprimen quienes no entienden que el volumen interior del vagón es limitado, y que no tienen tan buen tipo como creen.
Pues todas las mañanas igual. Si no quieres sufrir esto, puedes optar 1) por llegar tarde al trabajo; 2) por llegar a las siete y media de la mañana. Hay otra opción, que es ¡luchar!
2 comentarios:
Lo peor es el calor que hace en el metro. Yo voy en autobús.
Yo huelo mi propio sobaco, para motivarme
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