Muertes un tanto ridículas

Sin ánimo de ser criticado por bestiajo, la verdad es que existen ejemplos de muertes bastante ridículas, sobre todo en algún caso en el que el protagonista no nos haría pensar en que pudiese haber fallecido de manera tan tonta.

Atila, el rey de los Hunos, es un personaje legendario. Tachado por unos de cruel, sanguinario, y saqueador de ciudades, otros lo ponen como un noble rey. La cuestión es que durante su reinado (corto) fue capaz de conquistar y guerrear por grandes cantidades de territorio europeo, entre los que se cuentan Francia, los Balcanes (dos veces conquistada), y también sitiar Constantinopla. Tan singular y distinguido personaje bien había podido disfrutar de una muerte más acorde a su leyenda: murió a causa del shock provocado por una severísima hemorragia nasal en la noche de su última boda.

Otra muerte que merece la pena reseñar, tan improbable como divertida si no fuese muerte, si no unas contusiones, fue la del botánico escocés David Douglas, que en 1834 cayó en un foso en el campo, oculto. No murió asi, sino por el impacto de un despistado toro que también dio con el agujero, y lo aplastó. Sin comentarios...

Dentro del top3 que os presento (hay más en el enlace abajo) está el rey Eduardo II de Inglaterra, que en 1327 fue depuesto por su esposa, la reina Isabella y el amante de esta, Rover Mortimer, y que se dice que fue asesinado por inserción en su ano de un hierro al rojo vivo. Me da a mi que era más facil y menos desagradable haberle clavado un cuchillo en el pecho, o darle veneno en la comida, pero bueno, así es la naturaleza humana...

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