miércoles, agosto 16, 2006

Quién teme al payaso


Hay ciertas cosas que no acierto a conocer. Una de las que más me llama la atención estos días es por qué los payasos son símbolos del miedo, del terror, del Mal. La figura del payaso se utiliza recurrentemente en el cine y la novela como ente maligno, venido del infierno o de algún sitio peor. Como podéis ver en la foto que da entrada a esta nota, el primero que se me viene a la cabeza es Pennywise, el famoso payaso-demonio creado por la enferma mente (en el "buen" sentido) de Stephen King en su famosa y olímpica novela "It" (Eso), adaptada para televisión. La interpretación del maléfico Pennywise corrió a cargo de Tim Curry: nunca más podré ver a este señor como el flemático y flojo conserje de Solo en Casa 2.

En esa novela, Pennywise es ni más ni menos que todos los miedos en un solo ente: es capaz de tomar la forma de tu peor horror o fobia personal, y atormentarte hasta la muerte, quizás de la forma más horrible posible. Es por eso mismo que el monstruo resulta tan terrorífico a los ojos del espectador... y del desafortunado que se le ponga por delante.

Otro famoso payaso es, sin duda, al menos para mi, el payaso de la habitación de los hijos de los Freeling en Poltergeist. No es que ese payaso sea malo de por sí, sino que, además de dar repeluznos su imagen en la noche (imagen de la que el hijo de los Freeling tiene bastante miedo), es poseído por los espíritus de la casa, provocando en más de una persona un buen respingo en el sofá cuando se lanza al ataque. La verdad es que hasta parece que, instintivamente, un payaso que se muestre amenazador parece que nos hará pasar un mal rato. Sobre todo si dispone de dientes afilados como cuchillas. Quizás, y ahora divago, lo más terrorífico de los payasos sicópatas es que, en primera instancia, inspiran confianza. Eso puede ser motivo de que confiemos en ellos, y por tanto, en que le sea más fácil descuartizarnos y matarnos. Y sí, puede ser en ese orden, también.

Sea cual sea la verdadera causa de la obsesión por mostrarnos al payaso como algo terrorífico y peligroso, lo cierto es que la historia nos ha dado motivos para desconfiar de los Clowns, y dígolo en inglés porque los peores son, cómo no, americanos (del norte). Hubo una vez una persona, llamada John Wayne Gacy, al que se le llegó a conocer como el "payaso asesino" (killer clown). Esta historia es real, si bien tengo que advertiros que aún llamándosele de esa manera, no consta que en ninguna de sus atrocidades estuviese vestido de payaso. Pero sí que refleja el hecho de que no te puedes fiar ni tan siquiera del aparentemente más normal, encantador y entregado a la comunidad de las personas que conoces. Probablemente (aunque no posiblemente) esconde cosas en su interior de las que preferirías no tener constancia...

John Wayne Gacy era una persona aparentemente normal, un trabajador nato, de conducta intachable y de buen carácter y buenas aptitudes sociales. Aparte del hecho de sufrir en su infancia la presencia de un padre alcohólico que abusaba de él verbal y sicológicamente, era un chico normal, hasta apreciado por sus profesores. De entre sus muchas aparentes virtudes en su vida adulta, podríamos destacar la de ser un próspero empresario, celebrar frecuentes y multitudinarias fiestas y barbacoas en su casa en los suburbios de Chicago, e incluso actuar como payaso para los niños hospitalizados. O sea, trabajaba para hacer de su comunidad un lugar mejor para vivir. Esta estampa de Gacy era cierta en un momento determinado de su vida, allá por 1964, cuando se casó con su primera mujer y tuvo dos hijos. Después, poco a poco, todo cambió... a peor. Pero no para él.

En mao de 1968, Gacy fue acusado de mantener relaciones sodomitas con un menor llamado Mark Miller, acusación que desmintió, ya que según él, el chaval mantenía las elaciones para ganarse un dinero extra. Mark, sin embargo, denunció que un año atrás, gacy lo había engañado y lo había violado brutalmente en su casa. La acusación pesó sobre Gacy, quien vio perjudicado (merecidamente, claro) su caché social. La cosa no quedó ahí, pues John pagó a un chico de 18 años para que ajustase las cuentas con Mark Miller. El joven salió como pudo de la pelea con Dwight Andersson, hiriéndole en la nariz, y el caso llegó de nuevo a oidos de la justicia, quién determinó que Gacy debía ingresar en el correccional de estado de Iowa para hombres. Tenía 26 años y la condena fue de diez, el máximo. Siendo una persona enormemente inteligente, John Wayne Gacy Jr. pensó que si se comportaba correctamente, su pena se reduciría considerablemente, permitiéndole una salida prematura de su celda. No se equivocaba: dieciocho meses después estaba bajo libertad vigilada.

Esa estancia en el correccional costó a Gacy su primer matrimonio (la causa alegada era que John había violado los votos matrimoniales), y regresó a Chicago. Allí se enteró de que su padre había muerto, y esta noticia supuso una grave depresión para Gacy. Pronto se repuso y se instaló en su nueva casa, comenzando de nuevo su vida como persona afable y amante del protagonismo. Allí conoció a sus vecinos Edward y Lille Grexa. A los pocos meses compartía con ellos la mesa en Navidad. Y precisamente, a los pocos meses de haber recobrado la libertad, Gacy era acusado nuevamente de haber sodomizado a un joven. Salió indemne porque el chaval nunca apareció en la vista.

Poco tiempo después, se casó nuevamente con una mujer que, aún conociendo su pasado, quedó prendada de su bondad y atenciones para con ella y sus hijos. Las fiestas con barbacoa volvieron a formar parte de la rutina de Gacy, y ni tan siquiera el desagradable olor que provenía de los bajos de la casa de John podía impedir sus celebraciones. Hasta años más tarde, nadie sabria qué originaba esos olores terribles.

En 1975, John Gacy era un próspero empresario que tenía varios empleados a su cargo, todos ellos muchachos jóvenes, y su matrimonio, a la par, se habia desecho. La razón es que John aseguraba a su mujer que sus preferencias sexuales eran claramente hombres, jóvenes a poder ser, y nunca mujeres. Fue también en esa época cuando se disfrazó por primera vez de Pogo el payaso, y comenzó a entretener a los chavales en los hospitales. También fue poco después cuando sus crímenes tomaron unas proporciones enormes. Hasta 1978 fueron 32 las víctimas de John Wayne Gacy, quien las sodomizaba, torturaba y mataba, y posteriormente enterraba en los bajos de su casa. Hubo un par de excepciones, un par de jóvenes que aparecieron en el rio porque literalmente se estaba "quedando sin espacio" donde enterrar los cadáveres. Lo que siguió al 13 de diciembre de 1978 fue el descubrimiento paulatino de los cadáveres, hasta llegar a sumar 32. Y mientras tanto, Gacy mostraba una impasibilidad horrible, no dio nunca muestras de emoción alguna por lo que había hecho. Fue encontrado culpable tras un largo juicio, y en 1994 murió ejecutado.

No creo yo que Mr. Gacy haya sido quien inspirase las ideas de los payasos monstruosos, pero si es cierto que en la época en que todo se descubrió, hubo una proliferación bastante evidente de este tipo de personajes, aparentemente inocuos, pero con una doble vida que los lleva a cometer las atrocidades más salvajes. Por eso que, de la pregunta que hago al principio de la nota, yo digo que sí temo al payaso. ¿Y quién no?

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1 comentario:

Anónimo dijo...

eso no es nada comparado con el puto payaso de mcdonald es un puto traficante de mierda tambien es un violador de niños mete droga a las tartas de las fiestas de los cumpleaños a si ke a partir de ahora ir al burger king ke por 2,99 te dan una puta hamburguesa y ademas tu eres el king(ademas el payaso del mcdonald esta buscado por la interpool)a si ke no le hagais caso niños